esto lo saque de aqui:
Salvadoreños en el mundoy la verdad es que me uno a la gran cantidad de salvadoreños que clamamos por justicia!!
DESDE ESTE BLOG EXIJO JUSTICIA EN EL CASO KATYA MIRANDA!
EXIJO QUE ESE ANGELITO PUEDA DESCANSAR EN PAZ!
jueves 29 de mayo de 2008
“Los elefantes siempre vuelven” durísima carta al Fiscal General de la República
“Los elefantes siempre vuelven"
Por José M Ortiz*
Cada semana que pasa es otra semana perdida.
Es así como deben verlo, en medio de la impotencia y la herida que no se cierra, los familiares de la víctima, en especial su madre, a quien apoyamos nosotros, los que hemos firmado la petición de reapertura del caso, ciudadanos comunes, corrientes y silvestres interesados en pararle los pies a los “buenos excedentes” de impunidad que todavía produce nuestro país.
La justicia no tiene precio, pero es como el requesón, caduca y, una vez caducada, no sirve para nada, al revés puede causar lesiones dolorosas en el interior del cerebro humano con secuelas irreversibles, sobre todo, al de una madre que tiene una sensibilidad especial y que nunca olvida.
El dolor es sujetivo y cada cual lo sufre y lo aguanta a su manera, como puede. Sin embargo, el dolor de las madres es terriblemente sincero y real, ese dolor no admite mojigangas, ni mediocridades, manipulaciones menos aún. Lo que sí tiene es una autenticidad soberbia e invencible. Cuando a una madre le violan y le asesinan a una de sus indefensas criaturitas, su dolor excede todo el poder ilustrativo que tiene la magia del lenguaje. Ese dolor no tiene adjetivos, ni entiende de argumentos. Es un sentimiento desgarrador indescriptible que siempre vuelve por las noches. Nunca se cura, ni se olvida, el recuerdo con el que está dotada una madre no se lo permite. (Imagen: Amnistía Internacional, dibujo de una niña de 8 años sexualmente abusada)
Los elefantes, que son seres sin razón, siempre retornan entristecidos al lugar del fallecimiento de los suyos, esos jóvenes que no lograron sobrevivir en un mundo salvaje y sin reglas. Es un ritual único, una especie de humanidad que llevan los elefantes por dentro y lo muestran cuando regresan al sitio donde una de sus criaturas se les quedó muerta en el camino. La mayor de las madres elefantas es quien toma el mando del grupo y marca el paso hasta el lugar del fallecimiento. Ahí forman un círculo y comparten entre los miembros del grupo el recuerdo y el dolor de la pérdida sufrida. Rara vez, una cría elefante de 3 años –equivalente a 9 años en la especie humana– es asesinada, nunca por uno de su propio linaje.
Para Hilda Jiménez la espantosa pérdida de su hija Katya no sólo le ha supuesto caer de cabeza en los barrancos y laderas del vacío, sino también encajar una cadena de golpes que van desde recibir amenazas de muerte, dejar su país, su casa, sus amistades, lidiar con el “shock” emocional, el suyo y el de su otra hija y tantas otras incontables desdichas en su vida cotidiana, hasta digerir esas terribles muestras de pasividad, de tullidez, de inoperancia y de indiferencia con las que el Fiscal General de la República trata la solicitud de reapertura del caso de violación y asesinato de su criatura de 9 años.
Dice, el Señor Fiscal, que quiere “elementos probatorios contundentes”. Todos queremos eso, pero él puede y tiene la obligación de ponerse las espuelas y echar a andar su caballo por el sendero de la acción, de la determinación en la búsqueda de esos “elementos contundentes” tal como se lo manda la Constitución. Asombrosamente, él parece optar por doblarse de brazos, decir que estamos ante un “show” y esperar que los elementos probatorios aparezcan por arte del azar.
El IDHUCA, en un esfuerzo extraordinario, está reuniendo nuevas piezas testimoniales que podrían ser la clave para poner tras las rejas a los culpables, pero, otra vez, el Fiscal General parece tener otras preocupaciones que atender. Según la agencia EFE, esta vez, el Fiscal General de la República está muy ocupado con su homologo colombiano, Mario Iguarán, investigando la conexión entre las FARC y el partido FMLN. En rueda de prensa dijo esta semana que se entrevistará con Iguarán para verificar la "información que pudiera vincular en (negocios) ilícitos, o en probables ilícitos, a personas naturales o jurídicas salvadoreñas” y que dependiendo de la información que obtenga, se podría "iniciar una investigación con expediente abierto".
“Una investigación con expediente abierto” es exactamente lo que le pedimos al Sr. Fiscal en el caso Catya Miranda. ¿Tanto cuesta eso en un caso de violación y asesinato de una inocente salvadoreña de apenas 9 años y tan fácil en un caso basado en archivos electrónicos incautados de forma fraudulenta, en un fuego cruzado entre guerrillas y militares?
En la comparativa obligada, las declaraciones del Fiscal, en el caso “Conexión las FARC-FMLN”, tienen cierta chispa de querer pasar rapidísimamente, y sin ninguna demora, a la acción y al cumplimiento del imperio de la ley. Todo lo contrario ocurre en las declaraciones del Fiscal relacionadas con la reapertura del caso de Catya Miranda, una indefensa niña de 9 años brutalmente violada y asesinada, cuyos asesinos siguen campando a sus anchas en algún rincón del país.
Este tipo de comportamiento es precisamente el que le echamos en cara los ciudadanos civilizados al Fiscal General, que ponga, por lo menos, el mismo ímpetu que pone en la investigación de la presunta conexión entre las FARC y el FMLN al caso Catya Miranda, que sí corresponde plenamente a un caso de Justicia por los cuatro costados, no un caso de coyuntura política como podría ser el caso las FARC-FMLN, cimentado en archivos virtuales, con ciertos elementos de preocupacion para nuestra seguridad nacional, si se quiere, pero con poca o ninguna base jurídica como para armar un caso viable y sostenible ante un tribunal de justicia.
En esta pequeña y entrañable nacioncita centroamericana tan sufridora y que tanto echamos de menos, todo parece estar al revés. Es como si el Fiscal General viera en el caso “las FARC-FMLN” una oportunidad para hacer caer todo el peso de la ley y al caso Katya Miranda como si fuera un caso viejo que en algún momento dado se desmoronó y luego se politizó por “personas e instituciones”, en el que no se está dispuesto a tolerar “solicitudes con ciertas tendencias a magnificar un crimen horrendo y espantoso”.
Si alguien tenía dudas, ahora están claras cuales son las prioridades y las sensibilidades del Fiscal. Pero él es, en teoría, un cargo público independiente, y por eso le pedimos una vez más que rectifique, que todavía queda algo de tiempo para hacer Justicia.
Afortunadamente, la madre de Katya, al igual que los elefantes, también tiene una red familiar de apoyo y unos ciudadanos cercanos indignados que le ayudamos a sobrellevar la tragedia de su criatura y a luchar por que se haga Justicia en el asesinato y violación su hijita Katya en abril de 1999.
Nuestro objetivo, al igual que esos grandes mamíferos, es compartir el dolor y dar cobertura solidaria a una de las nuestras desvalijada por la impunidad, a quien el sufrimiento y el dolor la sacuden literalmente todas las noches porque no se le ha hecho justicia todavía. Por su puesto, nuestro deseo también es que los monstruos sean encarcelados. Sin embargo, el Fiscal General de la República se empeña en interpretar nuestro acto de cobijo y amparo para con la víctima como una maniobra de política sucia y un “show” mediático para desprestigiar el Estado, cuando es a él a quien le corresponde también brindar ese auxilio y cobijo moral a las víctimas.
Si apoyar a una madre lapidada por el dolor, a quien le han violado y asesinado su criatura de 9 años, es hacer política sucia y circos mediáticos ¿cómo hacer entonces para realizar ese necesitado y delicado trabajo de apoyo y solidaridad que por naturaleza brindan algunas especies –como los elefantes– a los suyos en momentos de dolor y sufrimiento, sin que aquí a uno no lo metan, en un abrir-y-cerrar de ojos, en una bolsa de plástico marcada “partidista e ideologizada?”
¿Qué podríamos decir de las investigaciones de oficio del Fiscal General en la presunta conexión Las FARC- FMLN, bajo estas mismas premisas? ¡Qué despropósito! A veces me da la sensación de que la polarización política en El Salvador va más allá de la frontera de lo “miserable”.
A diferencia de como él asume sus funciones como máximo responsable de la Justicia, nosotros asumimos la descabellada valoración que hace el Fiscal General, pues sabemos que él y muchas de las instituciones de nuestro país operan tristemente bajo esos parámetros, parámetros con los que muchas veces los responsables públicos categorizan automáticamente toda crítica a la gestión del gobierno como “partidista” para esquivar y echarse a un lado en el cumplimiento de sus propias responsabilidades.
Contrariamente a lo que afirma el Presidente de la República, que prefiere una ciudadanía “exigente”, no hemos madurado democráticamente lo suciciente como para recibir y aguantar la crítica ciudadana de forma civilizada, mesurada, con honor y deber al cargo público, sin tener que recurrir al desmontaje automático por la vía del partidismo ideológico.
Ya nada de lo que hagamos va traer a Katya Miranda del lugar donde se encuentre. Pero el hacer justicia en su caso, claramente ayudaría a sobrellevar mejor el dolor y la pena a los familiares. El hacer justicia también protegería a otras posibles víctimas, poniendo en su justo lugar a los psicópatas autores del crimen, además ayudaría a fortalecer la credibilidad agónica de los ciudadanos en el sistema, mandando un claro mensaje de que nadie está por encima de la ley, con el consiguiente fortalecimiento de la Justicia como herramienta para combatir el crimen.
En sus manos está, Señor Fiscal, no le pedimos que ponga más esfuerzo que el que le pone a la trama “las FARC-FMLN”, pues ahí parece se está empleando a fondo.
Ya solo quedan 45 semanas para que usted no deje morir esa posibilidad y la poca esperanza que todavía tienen algunos ciudadanos en nuestro sistema de justicia.
El tiempo no recula, ni tropieza, dice el poeta, sigue su rumbo implacable hacia el infinito, pero los elefantes, Sr. Fiscal, que son seres sin razón, siempre vuelven, es una especie de humanidad que llevan dentro.
¿Cómo tenemos que pedírselo Sr. Fiscal?
¡De rodillas!
*Miembro de Salvadoreños en el Mundo